Pensar en colectivo implica compartir la reflexión de una docente de la E.G.B. N° 532 “Mtra Elena Bulán de Pérez” de Avia Terai (Chaco) Grisko, Gladys Noemí
Iniciaré mi trabajo analizando la problemática educativa contemporánea, en primer lugar, reflexionemos sobre los cambios socioculturales que enmarcan a la escuela e interactúan con ella; es aquí donde nos encontramos con diversos problemas que suceden en la actualidad. Entonces es preciso decir que el tiempo presente demanda nuestro análisis y así nos encontramos con las transformaciones en nuestras escuelas.
Algunas visiones sostienen que la escuela poco ha cambiado desde sus orígenes y que la persistencia de su formato permitiría reconocerla en cualquier tiempo y lugar. Si bien es cierto que muchos elementos resisten el paso del tiempo, esta aparente inmovilidad de la escuela no es tal. Los cambios en el contexto sociocultural tienen implicancias para los sujetos (alumnos, docentes y demás miembros de la comunidad escolar).
Desde sus orígenes la escuela primaria se planteó como necesaria para introducir a todos los miembros de la sociedad a una cultura común, todos debían ser socializados sin importar sus clases sociales, religión, nacionalidad, etc. Como sostiene Dussel: el dispositivo de la escuela primaria fue cada vez más normalizador y homogeneizador. Hoy en día, a través de los procesos de individualización de lo social, las nuevas tecnologías (TIC), así como las transformaciones producidas en la organización política y económica de nuestras sociedades, se nos plantean una serie de problemáticas en las escuelas que nos abren la posibilidad de proponer una integración que parta del consenso y el respeto de las diferencias culturales de origen y de género. Es aquí donde aparece la IGUALDAD como punto de partida en la educación. Ranciere considera que la IGUALDAD no es un resultado a alcanzar, de ser así estaríamos partiendo de una situación desigualitaria y colocaríamos a la igualdad en un lugar inalcanzable. En este párrafo surge la palabra DESIGUALDAD, este era un concepto muy complejo para mí, particularmente, porque me incluyo en el grupo que Graciela Frigerio dice que: “se rebelaba y se resistía a ser cómplices de transformar las diferencias en desigualdades”.
El estudio y lectura de este Eje me hizo reflexionar de que la educación no solo se debe resistir a la desigualdad, sino abrir en cada momento una oportunidad para construir una vida justa para todos. La IGUALDAD y la DESIGUALDAD son conceptos con los que nos encontramos a diario en nuestra tarea de educar, sabiendo y valorando las singularidades de nuestros alumnos; tratando de brindarles todas las capacidades necesarias para su vida.
Entonces: en el sistema educativo argentino, la escuela funcionó como espacio para la “homogeneización”. En la actualidad debemos volver a pensar o reflexionar ese mandato histórico escolar, para explorar modos de INCLUSIÓN más abiertos a la “heterogeneidad”.
Probablemente la escuela no pueda resolver por sí sola las condiciones materiales de exclusión social y de pobreza de las familias, pero sí debemos pensar en las formas de enriquecer y poner a disposición de los alumnos el mundo de la cultura; para ello es preciso abocarnos a la búsqueda de la INCLUSIÓN EDUCATIVA de un modo diferente de la homogeneización excluyente del formato escolar que se planteaba hace tiempo.
Para finalizar mi discurso, voy a citar una frase del Profesor estadounidense Thomas Popkewitz, que me permitirá ilustrar la idea de INCLUSIÓN que deberíamos alcanzar. Decía él:” La cuestión de Inclusión es un proyecto político fundamental en sociedades que han excluido sistemáticamente y categóricamente a grupos sociales. La manera en la que hemos concebido la inclusión quizá sea el “crimen” que debemos investigar…” .
Algunas visiones sostienen que la escuela poco ha cambiado desde sus orígenes y que la persistencia de su formato permitiría reconocerla en cualquier tiempo y lugar. Si bien es cierto que muchos elementos resisten el paso del tiempo, esta aparente inmovilidad de la escuela no es tal. Los cambios en el contexto sociocultural tienen implicancias para los sujetos (alumnos, docentes y demás miembros de la comunidad escolar).
Desde sus orígenes la escuela primaria se planteó como necesaria para introducir a todos los miembros de la sociedad a una cultura común, todos debían ser socializados sin importar sus clases sociales, religión, nacionalidad, etc. Como sostiene Dussel: el dispositivo de la escuela primaria fue cada vez más normalizador y homogeneizador. Hoy en día, a través de los procesos de individualización de lo social, las nuevas tecnologías (TIC), así como las transformaciones producidas en la organización política y económica de nuestras sociedades, se nos plantean una serie de problemáticas en las escuelas que nos abren la posibilidad de proponer una integración que parta del consenso y el respeto de las diferencias culturales de origen y de género. Es aquí donde aparece la IGUALDAD como punto de partida en la educación. Ranciere considera que la IGUALDAD no es un resultado a alcanzar, de ser así estaríamos partiendo de una situación desigualitaria y colocaríamos a la igualdad en un lugar inalcanzable. En este párrafo surge la palabra DESIGUALDAD, este era un concepto muy complejo para mí, particularmente, porque me incluyo en el grupo que Graciela Frigerio dice que: “se rebelaba y se resistía a ser cómplices de transformar las diferencias en desigualdades”.
El estudio y lectura de este Eje me hizo reflexionar de que la educación no solo se debe resistir a la desigualdad, sino abrir en cada momento una oportunidad para construir una vida justa para todos. La IGUALDAD y la DESIGUALDAD son conceptos con los que nos encontramos a diario en nuestra tarea de educar, sabiendo y valorando las singularidades de nuestros alumnos; tratando de brindarles todas las capacidades necesarias para su vida.
Entonces: en el sistema educativo argentino, la escuela funcionó como espacio para la “homogeneización”. En la actualidad debemos volver a pensar o reflexionar ese mandato histórico escolar, para explorar modos de INCLUSIÓN más abiertos a la “heterogeneidad”.
Probablemente la escuela no pueda resolver por sí sola las condiciones materiales de exclusión social y de pobreza de las familias, pero sí debemos pensar en las formas de enriquecer y poner a disposición de los alumnos el mundo de la cultura; para ello es preciso abocarnos a la búsqueda de la INCLUSIÓN EDUCATIVA de un modo diferente de la homogeneización excluyente del formato escolar que se planteaba hace tiempo.
Para finalizar mi discurso, voy a citar una frase del Profesor estadounidense Thomas Popkewitz, que me permitirá ilustrar la idea de INCLUSIÓN que deberíamos alcanzar. Decía él:” La cuestión de Inclusión es un proyecto político fundamental en sociedades que han excluido sistemáticamente y categóricamente a grupos sociales. La manera en la que hemos concebido la inclusión quizá sea el “crimen” que debemos investigar…” .